sábado, 1 de noviembre de 2014

Palabras desde el limbo


Hola. Te vi reír, te vi manifestar tus expresiones de ira, te vi cuando en tu ser no había más que decepción, pero esta vez te vi llorar. Tus lágrimas simplemente brotaron, pero la causa quizás ni tú la conoces. Esa lágrima ácida pudiera representar un sentimiento más bien amargo, los deseos frustrados de tu existencia o puede ser el goteo de una auténtica tristeza Eso, talvez ni tú lo sabes, pero lo cierto es que hubo muchas lágrimas esta vez.

En este espacio tan cerrado, que no tiene oxígeno, mi percepción del entorno puede no ser tan fiel a la real, pero eso no importa mucho ahora. No me verán ustedes, no me verán los humanos, al menos no en los últimos años, pues estoy en un lugar muy lujoso que escogieron para mi estancia, sin preguntarme, como si fuera yo un objeto que almacenan en una bodega o en un terreno baldío.

Un día, vino esa persona elegantemente vestida a decirte que era lo mejor para mí, que sería un bonito recuerdo, que sería el último regalo que pudieras darme y que es lo mejor para los seres queridos. Y tú le creíste, no supiste ver que esa persona sólo quería llegar a a la cuota de ventas que la empresa le asignaba; eso no lo viste, te dejaste llevar por sus palabras endulzantes. Su experiencia en ventas hizo que te envolviera en su juego y accediste a otorgar la suma que pedía por este espacio que, para ti puede ser o pudo haberse visto lindo y especial cuando lo adquiriste, pero para mí no es más que un espacio cerrado mal oliente y, al decir verdad, lo hubiera sido en cualquier espacio que tú hubieras elegido para mí, porque ahora, al igual que hace muchos años, no podía tomar este tipo de decisiones sin la ayuda de alguien más.

Mi existencia, lejos de ser una grata compañía, se empezó a transformar en una carga. Sí, en eso me convertí en los últimos años de mi existencia, en una carga. Quizás tú no lo viste, pero así es como yo lo sentí y así es como se manifiesta ahora. Se comprueba a través de los comentarios de los visitantes, que no tienen censura alguna, cuando expresan sus comentarios lejos del grupo de familiares reunidos.

Sólo tú sabes porqué lloras tanto, ni yo lo sé. Ahora imagino que cuando ya lleve en este sitio durante varios años, vendrás cada primer día del cuarto trimestre del año a lamentarte de mil cosas y a quejarte como si yo pudiera brindarte mi ayuda. Desarrollarás monólogos propios de un actor profesional, mientras lanzas tus preguntas que no obtendrán respuesta alguna. Dejarás a mi alrededor muchas o pocas flores que perdurarán los días que el clima y el sentimiento que tú les hayas puesto lo permitan. O talvez sólo duren el tiempo que tarden los niños traviesos o los perversos revendedores en retirarlos del lugar y, con esto, haciendo que el trabajo y esfuerzo que realizaste o realizaron quede inútil y sea como si nunca hubieran decorado.

Ahora que te veo deslizar tus dedos suavemente por los pétalos de toda esa gama de flores, que ahora usas para rodearme, pienso en que pudieras haberte entregado con esa pasión a compartir tu tiempo conmigo, en lugar de buscar excusas  para evitarme. Tú llanto ahora sigue, continúa, como si buscara alcanzar una meta o romper un récord, pues a tu alrededor hay gente que está en la misma situación y ellos interrumpen su privada ceremonia para verte y compadecerse de ti. Ya no llores, ya no grites, ya no trates de darle estética a este sitio tan frío, lo que pudiste hacer conmigo no lo hiciste, en vano será tu llanto amargo y tus flores hermosas, nuestra oportunidad de compartir juntos ya pasó. Ahora sólo somos como dos átomos que están en mundos distintos, dos líneas paralelas buscando reunirse y que no llegarán a juntarse nunca, pues pertenecen a mundos distintos. Reprime tus lágrimas o déjalas fluir, esa es tu decisión, pero por mi parte sólo puedo decirte que yo ya no puedo sentir nada, porque la vida ha dejado mi cuerpo y, si tú sigues lamentándote por lo que no pudo ser, dejarás la que la tuya sólo esté en tu cuerpo como un elemento más y no la disfrutarás. Siente la vida que tienes en cada célula del cuerpo, porque yo ya no la tengo conmigo, ya no tengo nada.

Sólo puedo tener un minúsculo hálito de existencia cuando me recuerdas, cuando tu ánimo está tan decaído y tus signos vitales tan débiles que no logra decir al mundo a través de esas pantallas que aún vives. Si sólo así puedo perdurar en el tiempo, ha llegado el momento en que decidas si deseas permanecer en este estado o quieres ya despertar, porque ahora los llantos que escucho no son por mí, son por ti, son por ti ante la incertidumbre de tu existencia, estamos en una sala de hospital y no en un campo abierto.
¿Despertarás o sólo seguirás recordándome, mientras tus párpados tiemblan como si tu vista estuviera cansada de tanto leer?

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