miércoles, 30 de mayo de 2018

Darse a la lectura de Ángel Gavilondo


La lectura es una actividad que amerita tiempo. C. S. Lewis hace la división de lectores entre la mayoría y la minoría. Siendo los primeros quienes leen en las salas de espera y momentos similares, mientras que los otros son más entregados a la tarea. El autor de esta obra, Ángel Gavilondo se dedica a impartir la cátedra de Metafísica en la Universidad Autónoma de España. Por su parte, él considera que la lectura debe realizarse cada vez que sea posible, pues si esperamos a tener un espacio libre, sería no dedicarse a ella. Desde ese punto de vista, dicha actividad tomada en serio demanda un espacio privilegiado en la agenda.

Cada uno de los capítulos que integran este libro son las descripciones de escenas y momentos que los lectores, consagrados o no, han experimentado al tomar en sus manos un libro sea cual sea el tema y extensión del mismo. Gavilondo considera a la lectura como vida, para él siempre se lee en un tiempo de existencia.

Podemos leer para hacernos compañía, para meditar, para estar solos o, incluso para compartir con alguien. Existen muchas razones para leer y también muchas otras para no hacerlo. Quizás una de las mejores razones sería leer por placer. Puede que nuestra agenda este un poco o muy ajustada, no sabemos si nos dará tiempo de leer, pero el autor tiene un mensaje para todas las personas ocupadas:


Siempre nos falta tiempo, si entendemos inapropiadamente que la vida es un depósito que hemos de completar con actividades. Siempre las hay e importantes y siempre tendremos explicaciones para demorar un modo singular de enfrentarnos a la labro que la acción reclama. Precisamente, dado que hay mucho que hacer, no dejemos de leer.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Confesión de León Tolstoi

Lev Tolstói (1828-1910)
Esta no es una invitación para acudir a la parroquia más cercana a realizar ese acto religioso. Quizás algunos se hayan encontrado con lecturas que les revolvieron las ideas y fueron a confesarse para liberar esa carga. Si ellos se hayan liberado o no será un tema del que no se dirá nada a continuación.
Pero si el que revela sus confidencias es León Tolstói a través de un ensayo, el asunto se vuelve interesante. Su labor intelectual le hizo reflexionar acerca de la existencia, lo cual no le fue tarea fácil, pues uno de los capítulos inicia así:
En mi búsqueda de respuestas a la cuestión de la vida, experimentaba exactamente el mismo sentimiento que el hombre que se ha perdido en un bosque.
Confesión nos mostrará la sabiduría adquirida en cada una de las etapas de la vida del autor. La brevedad del texto es comparable al café fuerte. Sus párrafos son como espressos dobles. Se leen rápido, pero su efecto es poderoso y altera las neuronas.
Nacido en 1828, recibió formación académica en la Universidad de Kazán y también integró filas militares. León heredó de su padre, el conde Tolstói, la finca rural Yásnaia Poliana por lo cual pasó a administrarla. Se mostró benigno con sus obreros y les facilitó la educación. Fue un aristócrata, así que tuvo contacto con distintas esferas de la sociedad, a las que trató de integrarse sin éxito alguno debido a su pensamiento crítico.
A pesar de ser un escritor de profesión,  pone en duda incluso esta actividad porque ¿será que ser escritor convierte a alguien en poseedor de la verdad absoluta?
Las pasiones de su juventud, sus viajes, sus ansias de suicidio, los valores, la fe, las prácticas religiosas, el trabajo, la enfermedad, el sufrimiento, el engaño y otros temas controversiales de la vida son presentados aquí. Las líneas que integran el libro tienen un peso tal que, resulta difícil creer que tanto pensamiento pueda contenerse en sus páginas.